En el marco de la XXII Semana de Ética y Filosofía Política, organizada por la Asociación Española de Ética y Filosofía Política, el filósofo Damián Salcedo Megales (Universidad Complutense de Madrid) pronunció un homenaje al profesor Gilberto Gutiérrez, centrado en la influencia y actualidad de su lectura crítica del utilitarismo.
Salcedo situó en el centro del tributo el artículo de Gutiérrez “La estructura consecuencialista del utilitarismo” (1990), un trabajo “de capítulo de libro” por envergadura —34 páginas, 144 notas, 11 secciones y cerca de 90 referencias—, que desmenuza el utilitarismo como teoría de racionalidad práctica de corte consecuencialista y lo contrasta con Aristóteles, Tomás de Aquino y Kant.
Más allá del inventario, el homenaje subrayó la ambición analítica del texto: en lugar de medir el utilitarismo contra intuiciones morales, Gutiérrez preguntó si es consistente como teoría. Su diagnóstico, según expuso Salcedo, revela una paradoja práctica: si la decisión moral debe guiarse por la búsqueda de las mejores consecuencias, no conviene decidir siguiendo un principio estrictamente consecuencialista, lo que llevaría a la teoría a “desvanecerse” como guía de acción.
El ponente recordó, además, que Gutiérrez llevó el debate al terreno metateórico de la economía, donde el utilitarismo marcó la administración social británica y buena parte de la economía política desde 1870. En ese corpus, señaló, el profesor halló las razones más contundentes para no ser utilitarista en filosofía moral.
El homenaje ofreció también una lectura histórica del contexto español. En los años 80, con el impulso de iniciativas como las de Esperanza Guisán y la Sociedad Iberoamericana de Estudios Utilitaristas, surgió un espacio interdisciplinar fecundo entre filosofía, derecho, economía y ciencias sociales. No obstante, según Salcedo, una reacción académica contraria a la “filosofía anglosajona” acabó por despoblar congresos, frenar publicaciones y dificultar carreras, convirtiendo el artículo de 1990 en una pieza aislada de referencia.
La recepción del trabajo fue inmediata: al año siguiente aparecieron réplicas de los profesores Lara y del propio Salcedo, junto con la respuesta de Gutiérrez en la Revista de Filosofía; en paralelo, Blanca Rodríguez y Pedro Francésavanzaban tesis doctorales sobre las exigencias de racionalidad de las teorías morales. “Hoy, con la perspectiva que dan los años, puede calibrarse la valentía e inteligencia de Gutiérrez: desde entornos neotomistas, se adentró en las discusiones formales que marcaron el debate ético de su tiempo”, concluyó Salcedo, justificando así el acto de reconocimiento al profesor en una cita que reunió a especialistas y alumnos en Granada.
Texto homenaje: